Un año de elecciones nunca ha sido un año exento de controversias y problemáticas en la vida política del país. Las correlaciones de fuerzas entre los sectores políticos, desde el bloque en el poder hasta el reformismo, se ven modificadas, ya sea para fortalecerse o para debilitar al oponente. Por lo mismo, se arman y rompen pactos que permitan facilitar la presencia en el parlamento en el contexto ejecutivo y legislativo. Particularmente esta coyuntura electoral manifiesta dos factores que han incidido especialmente en las discusiones y propuestas gubernamentales hacia un nuevo periodo: La crisis económica y la fragmentación de las coaliciones políticas. De todos modos existen otras relaciones importantes, tales como la condición empresarial de algunos candidatos, la incapacidad política para superar la crisis, entre otros.
Entre toda la “diversidad” política que nos muestran las noticias, y con la crisis, el desempleo y “los problemas de la gente” como telón de fondo, parece ilusorio esperar soluciones a las demandas populares de aquellos quienes han generado el actual modelo Neoliberal y que tratan de respaldarlo y justificarlo de manera constante. La Alianza, siempre más conservadora, apela a la mentalidad empresarial, al concepto de emprendimiento y a la innovación para superar la crisis. Discursos y conceptos que no tienen un verdadero arraigo en una política pública que beneficie a los sectores populares. Por su parte la Concertación trata de levantar un discurso progresista de regulación estatal y de fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, de continuar con los famosos bonos en momentos difíciles, cuyo discurso e implementación, al igual que la Alianza, no viene a dar solución a las verdaderas causas de la crisis, asociados a la distribución de la riqueza, al modelo y a la estructura política y económica social en general. Por su parte, la mal llamada izquierda (Juntos Podemos), se va caracterizando por realizar pactos sociales y acuerdos político electorales con los sectores del bloque en el poder (Concertación específicamente) jugando a distribuir sus integrantes en algunos cargos políticos que les entreguen beneficios parlamentarios, transando los intereses que dicen defender en cuanto a su supuesta defensa de los trabajadores de Chile. No se puede defender los intereses de los trabajadores haciéndose parte del problema que azota a la clase popular, ni menos presentando por candidato a un ex ministro de Frei. Por lo demás, ya se ha hecho costumbre entregar porcentajes de votación para apoyar a la concertación y sus candidatos. Esto guiado por su histórica incapacidad política de ser una alternativa electoral.
Más allá de las diferencias específicas, los objetivos de este periodo eleccionario están sustentados en impedir que la recesión lleve a una explosión social o a quiebres institucionales, desde un enfoque tecnocrático, lucrativo y déspota, defendiendo los privilegios de la clase dominante de nuestro país, de los grandes empresarios y transnacionales que arrebatan la riqueza al pueblo trabajador, de los guardianes del status quo llamados parlamentarios. El panorama es complejo, se candidatea un empresario cuyo capital financiero asciende a los 1200 millones de dólares, un demócrata cristiano protagonista de una anterior crisis económica y de numerosas irregularidades, y una serie de candidatos que no aportan nada distintivo más allá de caudillismos y populismos que potencian individualidades o partidos, dejando de lado, como es costumbre, a los trabajadores chilenos.
Como organización nuestro llamado pasa por fortalecer las organizaciones sociales, avanzar en la unidad de nuestros referentes, crear conciencia de nuestra situación como clase, apuntando hacia la construcción del poder popular, eje táctico de los verdaderos cambios sociales.
¡¡¡Continuar votándoles a los ladrones o luchar con dignidad!!!
¡¡Arriba!!
¡¡Arriba!!
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