jueves, 11 de diciembre de 2008

Efectos sociales de la crisis: Obreros de Chicago se toman una fábrica

Por David Brooks

La toma de una fábrica por sus trabajadores cesados en Chicago se ha convertido en un símbolo nacional de que el rescate del sector financiero por Washington no se ha traducido en un apoyo para las mayorías.

Todo empezó cuando los 260 obreros de la fábrica de ventanas y puertas Republic Windows and Doors fueron informados por sus patrones, con apenas tres días de anticipación, de la clausura de la planta a fines de la semana pasada, después que el Bank of America suspendió su línea de crédito a la empresa.

El viernes, decenas de trabajadores tomaron la planta y se niegan a dejarla, pues denuncian que no fueron notificados con los 60 días de anticipación que marca la ley y no les han pagado lo que les deben.

En turnos, decenas de trabajadores, agremiados al sindicato nacional independiente United Electrical, Radio and Machine Workers of America (UE), uno de los más progresistas y combativos del país, han mantenido guardia dentro de la planta.

La mayoría de los trabajadores son de origen mexicano, junto con un buen número de afroestadunidenses y unos cuantos salvadoreños y hondureños.

El Bank of America recibió recientemente una infusión de 25 mil millones de dólares de fondos públicos, y ahora es un ejemplo de cómo, mientras se rescata a los grandes bancos, a los trabajadores los despiden sin pago, afirma el sindicato.

Mientras los gerentes de la empresa no aparecen, el Bank of America ha reiterado que no es responsable de las prácticas y decisiones de Republic. Pero la ira de los trabajadores se dirige tanto a sus patrones como también –y aquí es donde hay un eco nacional– a un rescate financiero que sólo beneficia a los ejecutivos bancarios y deja en el abandono a millones de trabajadores que padecen las consecuencias de esta crisis.

“Si no hay una solución favorable estamos dispuestos a permanecer ahí el tiempo que se necesite”, comentó Leticia Márquez Prado, una organizadora con el UE en Chicago, en entrevista telefónica con La Jornada. Dijo que las demandas mínimas eran el pago de la liquidación y vacaciones, entre otras remuneraciones que se les debe a los trabajadores, pero que también se deseaba buscar la forma de mantener en operaciones a la fábrica, cuyo negocio ha sido impactado de manera severa por la crisis económica, particularmente en el sector de la construcción.

“Lo peor de esto es que estos trabajadores estaban ganando sueldos dignos, con beneficios de seguro de salud y otros, y si pierden estos empleos sólo encontrarán, si acaso, empleos de sueldo mínimo sin ningún beneficio”, explicó Márquez Prado.

Se había programado una reunión entre representantes de los trabajadores, la empresa y el banco para esta tarde y noche, a fin de intentar negociar una solución.

Mientras tanto, lo que antes sería una nota local, en esta coyuntura se ha vuelto noticia nacional. Esta noche los noticieros de las tres principales cadenas de televisión reportaron sobre la ocupación entre sus primeras noticias. Medios nacionales electrónicos y de prensa han caracterizado esta acción como algo que se ha vuelto “símbolo” de lo que están padeciendo los trabajadores que han perdido sus empleos durante esta crisis a lo largo del país (casi 2 millones se quedaron sin trabajo desde diciembre de 2007; más de medio millón sólo en noviembre).

Sorprendidos por toda la atención a nivel nacional, uno de los trabajadores, Melvin Maclin, también oficial del sindicato, declaró a la agencia Ap que “nunca esperamos esto… esperábamos ir a la cárcel”.

La acción ha generado la solidaridad entre varios sindicatos locales y nacionales, agrupaciones civiles y organizaciones comunitarias, que han prestado apoyo material y se han sumado a la campaña de los trabajadores, quienes se turnan en la ocupación 24 horas al día.

La policía no ha actuado y declaró que no tiene ninguna queja de actividad ilegal. “No nos vamos a mover”, afirmó Maclin a CBS News. “Ya es hora de que los pequeños nos pongamos de pie”.

Silvia Mazon, otra trabajadora, comentó en español a The New York Times que “quieren que los pobres se queden abajo. Pues aquí estamos y no nos vamos a ningún lugar hasta que nos den lo justo y lo que nos pertenece”. Agregó en otra entrevista: “Estamos haciendo historia”.

Casi nadie se acuerda de cuándo fue la última vez que los trabajadores habían tomado una planta en este país (tal vez fue a fines de los ochenta, cuando mineros de Virginia tomaron la planta de procesamiento durante una huelga), y muchos dicen que recuerda escenas de los años 30, cuando en Chicago y otras grandes ciudades la militancia sindical industrial sacudió y transformó este país.

Tal vez sea la chispa de algo nuevo (o la resucitación de algún mártir de Chicago).

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